tu Segunda Vida en castellano: ¿Quién Creó a Quién?

Lilu Deluca quedó de pie en la orilla del mar, frente a su casita griega, con las manos en la cintura y los largos cabellos negros, flexis, ondulando al viento. Vestía una pollera multicolor, un top azul pequeñito, tacos muy altos que no se enterraban en la arena y un delicado collar sobre el pecho que destellaba con periodos regulares, cada seis segundos.

-Sí, yo te inventé, Deluca, ratificó L.B. -Soy yo quien logra que allá vos existas desde aquí, desde este lado de la pantalla de mi laptop. Miráme. Hace mucho tiempo que necesito esta charla, y hoy me decidí porque sucedió algo asombroso.
-¿Y que sucedió ahora que no haya sucedido antes? Preguntó Deluca con una sonrisa socarrona al tiempo que de un pequeño brinco se sentaba sobre la punta más alta del tejado rojo de su casita.
- Hoy te vi. Te vi en este mundo, en el mío, en una calle de esta lluviosa Buenos Aires. Apareciste de repente. Y me pregunté, confieso que algo desorientada, y bastante confusa: ¿Quién creó a quién?
-Buena pregunta… afirmó Deluca enfocando la cámara en la casa del vecino para espiarlo mientras tumbaba en la cama a una avatar decididamente pulposa.

-Todo comenzó de una manera extraña, -continuó L.B., -Vi cuando un señor arrojaba una enorme cantidad de papeles desde la ventanilla de su coche. No tuve manera de contactarlo. ¡Qué bestia! ¡La ciudad es de todos!, pensé, pero no pude poner “send IM” ni hacer click en shout para gritarle que haga eso mismo en el comedor de su casa. Tampoco pude acercar la cámara para ver el número de su chapa, ni cliquear en su silueta para descubrir su nombre el profil y hacer un report abuse. Desapareció entre los automóviles. Una vez que lo vi evaporarse para siempre jamás, veloz en la avenida Lugones, quedé con una sensación agria de impotencia. Y fue allí cuando vos, Deluca aprovechaste la ocasión, y te sentaste en mi hombro para susurrarme al oído:
-Tu mundo es aburrido. Aburrido, previsible y con poco encanto, L.B. Puedo hacer muchas cosas que para vos están vedadas, con las que no podrías haber soñado jamás. Por ejemplo, mi amiga, darle una lección al tipo de los papeles hubiese sido sencillísimo, era cuestión de wear un hud. No disponés de un wear ni un shout ni de un hud y para colmo vas a pie a todos lados, te has pasado la vida gastando zapatos. No he de repetirte lo que ya sabemos todos, y que tanto ya hemos hablado, que carecés del eficaz serch, que debés juntar coraje y adentrarte en el caótico transito de tu ciudad, parar en semáforos, conseguir estacionamiento, todo eso en lugar del TP certero hacia el lugar exacto, que acá no es necesario acercarte a un objeto para mirarlo. ¿O acaso no es verdad que tenés que entrar en un negocio para ver qué hay adentro, o caminar hacia un cartel para leerlo?, que no podés, como podemos el Principito de Saint Exupéry y yo, observar cuantas veces quieras en cinco minutos una puesta de sol cuando estás un poquito triste, (él corría su sillita, yo las busco en Word), que para comprarte ropa debes probártela una y otra vez, ésta es pequeña, ésta es grande, un talle más por favor; en cambio yo, todo lo que me echo encima me queda per-fec-to.

Deluca echó otra ojeada al vecino antes de saltar del techo a la playa. Vieras que divertido estaba esto, dijo, ha comprado balls nuevas, y lanzó una risita pícara, casi infantil.
-Quiero que sepas que todo lo que tenés en tu inventory yo te lo echo encima, Deluca. Yo sostengo tus caprichos.
-Es verdad L.B., pero te lo retorno con creces porque te colmo de magia: ya te di varios ejemplos y tenemos tantos más… Fijáte que aquí yo he logrado lo que para vos es el imposible de los imposibles: dominar no una guitarra sino todos los instrumentos: el violín con Betwixt, el piano con Sven, el arpa con Matthaios, mientras que allá (¡qué torpe!) tus dedos se enredan y complican en las cuerdas como si fuesen de madera o de metal.
-Tengo otras habilidades, Deluca. Dijo LB al tiempo en que sentía subir la sangre por las venas del cuello hacia la cabeza.
- No lo dudo. Pero… ¿Te diste cuenta de lo que pasó en tu muestra de arte en SL? Dibujaste horas en tu mundo… ¿pero quién se llevó los laureles? ¿A quién felicitaban en la Galería de Latok? ¿Quién ha ganado una buena cantidad de linden con ellas? ¡Yo! Y con esos linden compré varios vestidos celtas y un caballo AKK 2007, nueva generación, un ruano bellísimo de cuello arqueado que se levanta en dos patas en cuanto se le clickea en las ancas.
L.B., sentada frente a la pantalla, sacudió la cabeza. Con un pañuelo blanco secó el sudor que había aparecido en forma de perlitas sobre su labio. Comenzó a teclear furiosamente, dispuesta a refutarle tanta soberbia:
-Oíme Deluca, yo soy tu creadora, tu dios, no tenés vida sin mí, escribió en IM. Te pongo y te saco de este mundo cuando quiero. Yo tengo el poder. Enter.
-¿Estás completamente convencida de eso, L.B? Cada vez soy más real. Comenzás a divisarme por las calles de Buenos Aires levantando vuelo de repente en una esquina, ágil, liviana. Estoy en ambos mundos. ¿En cuántos estás vos? Enter.
-En uno sólo, en el real desde luego.
-¿Segura?
-Bien segura. Tanto, que puedo hacer que desaparezcas cuando quiera. Es cuestión de llevar el cursor hacia arriba a la izquierda, a la cruz roja.
De pie en el centro de la pantalla y desafiante, Lilu Deluca se cruzó de brazos en ese gesto que tanto detestaba su antiguo y querido amigo Vallejo, movió las caderas para ondular su falda flexi, abrió su diminuta boquita rosada, y dijo:
-¿Tenés ganas de hacerlo, acaso? Vamos, te desafío, estoy esperando. Sé que tu deleite es verme sentada en el tejado de mi casa, en la aldea griega, mientras las olas se acuestan una tras otra sobre la playa dorada, y el mar de SL se pierde en un horizonte infinito.
El gusto suave a sal en los labios lo sintieron ambas, Lilu Deluca y L.B., al mismo tiempo.

-Yo soy tu invento, me dijiste hace un momento… Susurró por IM Deluca. Y agregó con ironía: ¿O acaso sos vos un invento de Lilu Deluca? Una sonrisa socarrona cruzó su perfecto rostro. -¿Has de cliquear en la flechita roja, arriba a tu derecha, L.B.? ¿Has de hacer justo un logg off ahora, en la mitad de nuestra conversación y de este atardecer rojo? Fijáte, si vas a World y de allí a midnight, el cielo se te llenará de estrellas, es mi regalo, shhh, te lo entrego ahora con música de viento y olas, y con esta luna grávida, redonda, imposible, como un grito en medio del cielo…
-Tengo que preparar la cena, Deluca.
L.B. apoyó una mano decidida en el mouse y buscó la cruz roja con los ojos.
-Un ratito más, L.B., vení, vamos juntas, nos iremos a un sandbox para crear lo que nos divierte tanto y que nos mantiene juntas por horas, otra escultura en el aire, enorme, con la textura de una foto de RL, con un script que la haga girar lentamente como si estuviese viva…
-Necesito irme, Deluca, la cena no está lista y mi marido ya llega, debo ponerte a dormir.
-¿Justo ahora L.B.? ¿Justo ahora, que hemos logrado una escultura digital con forma de víbora enroscada y emplumada, una Quetzalcóatl que vuela y repta, llena de misterio y de colores?